La existencia del infierno es dogma de fe |
Es dogma de fe que inmediatamente después de la muerte los que mueren en pecado mortal actual se van al infierno; y al cielo las almas de todos los santos, después de sufrir la purificación, los que la necesiten.
Está definido en el Concilio IV de Letrán:«Siguiendo las enseñanzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte eterna, llamada también infierno» |
En la muerte el alma se separa del cuerpo.
El cuerpo va a la sepultura y allí se convierte en polvo. El alma, en cambio, sigue viviendo.
En el mismo instante de la muerte Dios nos juzga (juicio particular)
Dice la Biblia: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después haya un juicio».
La retribución inmediata después de la muerte se deduce de las palabras de Cristo al buen ladrón: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».Lc. 23:43 |
«Cada cual dará a Dios cuenta de sí »; «Dios dará a cada uno según sus obras». Dice San Pablo: «Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir el pago de lo que hicimos en la vida presente»
Si hemos muerto en paz con Dios, sin pecado mortal, el alma es destinada a ser eternamente feliz en el cielo; pero si hemos muerto en pecado mortal, es destinada a ser eternamente desgraciada en el infierno.Dice San Juan: «Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida; y los que hayan hecho el mal, para la condenación ».
Segun la la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe :
«aunque la palabra “fuego” es sólo una “imagen”, debe ser tratada con todo respeto»
Pero en el infierno hay otro tormento que «es el más terrible».
Según San Juan Crisóstomo, es mil veces peor que el fuego.
San Agustín dice que no conocemos un tormento que se le pueda comparar
Los teólogos lo llaman «pena de daño».
Es una angustia terrible, una especie de desesperación suprema que tortura al condenado, al ver que por su culpa perdió el cielo, no gozará de Dios y se ha condenado para siempre.
La Biblia pone en boca del condenado un grito terrible: «Me he equivocado». Y con razón, pues el viaje a la eternidad no tiene retorno. El infierno es la condenación eterna. Es el fracaso definitivo del hombre. |